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Activismo social causa conflicto en Ben & Jerry’s

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La famosa empresa de helados Ben & Jerry’s ha interpuesto una demanda contra su empresa madre, Unilever, tras lo que consideran una destitución sin justificación de su CEO, Matthew McCarthy. Ben & Jerry’s afirma que esta acción fue una respuesta directa a las posturas activistas y proyectos sociales promovidos por McCarthy durante su gestión. Este conflicto interno evidencia las tensiones entre los principios progresistas que han caracterizado a Ben & Jerry’s y los objetivos corporativos de Unilever, una de las compañías multinacionales de productos de consumo más grandes del mundo.

Ben & Jerry’s, establecida en 1978 en Vermont, EE.UU., es conocida no solo por sus helados, sino también por su dedicación a causas sociales como la lucha contra la injusticia racial, el cambio climático y la protección de los derechos humanos. Desde que fue adquirida por Unilever en el año 2000, la marca ha funcionado bajo un acuerdo que asegura un nivel de independencia en la toma de decisiones referentes a su misión social. No obstante, el cese de McCarthy ha suscitado preocupaciones sobre la posible violación de esa autonomía.

En la demanda interpuesta por Ben & Jerry’s, la empresa alega que Unilever ha intervenido de manera indebida en su independencia operativa y ha tomado represalias contra McCarthy por su ferviente defensa de valores progresistas, que frecuentemente han provocado controversia pública. McCarthy, quien comenzó como CEO en 2018, es reconocido por liderar iniciativas como la condena de la brutalidad policial, el respaldo a políticas migratorias más inclusivas y la retirada de los productos de Ben & Jerry’s de territorios ocupados en Palestina, una decisión que suscitó críticas y presiones políticas, tanto a nivel nacional como internacional.

En la querella presentada por Ben & Jerry’s, la compañía acusa a Unilever de interferir indebidamente en su autonomía operativa y de tomar represalias contra McCarthy debido a su defensa activa de valores progresistas, que a menudo han generado controversias públicas. McCarthy, quien asumió el cargo de CEO en 2018, es conocido por haber liderado campañas como la denuncia de la brutalidad policial, el apoyo a políticas migratorias más inclusivas y la retirada de los productos de Ben & Jerry’s de los territorios ocupados en Palestina, una decisión que generó críticas y presiones políticas tanto dentro como fuera de Estados Unidos.

En un comunicado oficial, Ben & Jerry’s manifestó su inquietud por lo que consideran un ataque directo a la integridad de su misión social. «La destitución de nuestro CEO, Matthew McCarthy, constituye una seria infracción del acuerdo de autonomía que resguarda nuestra capacidad para actuar como un agente de cambio social. Este acontecimiento no solo pone en riesgo nuestros principios esenciales, sino que también mina la confianza de nuestra comunidad y empleados», afirmó la compañía.

Unilever, por su lado, ha justificado su decisión alegando que el cambio en la dirección de Ben & Jerry’s forma parte de una estrategia corporativa más grande y no está ligado a las opiniones activistas de McCarthy. «Reconocemos y apreciamos el legado de impacto social de Ben & Jerry’s, pero también es nuestra obligación asegurar que la marca esté en sintonía con nuestros objetivos globales y operacionales», declaró un portavoz de Unilever.

Este conflicto legal pone de relieve la creciente tensión entre las empresas que intentan balancear el activismo social con los intereses de los accionistas. En un entorno donde los consumidores demandan cada vez más que las marcas tomen posturas definidas respecto a los problemas sociales, el caso de Ben & Jerry’s y Unilever podría establecer un precedente significativo sobre los límites de la autonomía corporativa en compañías con un fuerte compromiso social.

La destitución de McCarthy ha provocado la reacción de activistas, clientes y organizaciones de derechos humanos, quienes han mostrado su respaldo a Ben & Jerry’s. Muchos perciben este conflicto como un ejemplo del dilema que enfrentan las empresas progresistas al operar bajo el control de grandes conglomerados multinacionales. «Ben & Jerry’s ha sido un ejemplo de empresa que integra negocios con valores. Interferir en su autonomía es un error que podría perjudicar tanto a la marca como a los consumidores que confían en ella», afirmó un representante de una organización de justicia social que ha colaborado con la marca.

Simultáneamente al conflicto legal, el caso también suscita interrogantes acerca del futuro de Ben & Jerry’s dentro de Unilever. A pesar de que ha sido una de las marcas más rentables y reconocidas del conglomerado, la controversia podría desgastar la relación entre ambas partes. Algunos analistas incluso han sugerido la posibilidad de que Unilever considere vender la marca si las tensiones siguen aumentando.

En paralelo al enfrentamiento legal, el caso también plantea preguntas sobre el futuro de Ben & Jerry’s dentro de Unilever. Aunque la marca ha sido una de las más rentables y reconocibles del conglomerado, la controversia podría erosionar la relación entre ambas partes. Algunos analistas incluso especulan sobre la posibilidad de que Unilever considere vender la marca si las tensiones continúan escalando.

Mientras tanto, el resultado de esta querella será clave para definir no solo el futuro de Ben & Jerry’s, sino también la relación entre activismo corporativo y control empresarial en un entorno donde las empresas enfrentan crecientes presiones para posicionarse frente a los problemas sociales. Para los seguidores de la marca, el desenlace será un indicador de si Ben & Jerry’s puede seguir siendo fiel a sus valores progresistas o si estos serán gradualmente subordinados a los intereses financieros de su matriz.

A medida que el caso avance, quedará por ver si Unilever y Ben & Jerry’s logran encontrar un equilibrio que preserve la esencia de la marca sin comprometer los objetivos corporativos de la multinacional. Por ahora, este conflicto pone de manifiesto las complejidades de combinar activismo social con estrategias empresariales en un mercado global cada vez más exigente.

Por Otilia Adame Luevano

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