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Ártico: la nueva frontera estratégica de las potencias mundiales

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El Ártico, una vasta región polar que comprende el extremo norte del planeta, tradicionalmente ha sido percibido como un entorno inhóspito y remoto. Sin embargo, en las últimas décadas, el deshielo progresivo y los avances tecnológicos han transformado este territorio en un foco de atención estratégica para las potencias mundiales. La relevancia del Ártico no es una mera cuestión ambiental, sino que involucra dimensiones geopolíticas, económicas, energéticas y de seguridad, haciendo que la región se convierta en una pieza clave en el tablero internacional.

Recursos naturales: tesoros congelados

Bajo la capa congelada del Ártico se encuentran grandes cantidades de hidrocarburos y minerales. De acuerdo con estimaciones de la Administración de Información Energética de Estados Unidos, aproximadamente el 13% de las reservas de petróleo sin descubrir y el 30% del gas natural global están ubicados en esta área. Naciones como Rusia, Noruega, Canadá y Estados Unidos han diseñado planes ambiciosos para investigar y aprovechar estos recursos.

Aparte del petróleo y el gas, el Ártico resguarda minerales estratégicos, incluidos tierras raras, níquel, platino, oro y diamantes. Dada la creciente demanda global de tecnologías limpias y aparatos electrónicos, la accesibilidad a estas materias primas se transforma en un elemento de influencia. La facilidad de acceso, incrementada por el retroceso de los hielos, intensifica la competencia por dominar nuevas zonas de exploración y extracción.

Nuevas rutas marítimas: transformación del comercio mundial

El derretimiento del hielo ha abierto progresivamente rutas marítimas estratégicas, como la Ruta del Mar del Norte y el Paso del Noroeste. El tránsito por estas vías acorta considerablemente las distancias entre Asia, Europa y América del Norte, lo que podría cambiar la lógica del comercio marítimo global.

Por ejemplo, la Ruta del Mar del Norte reduce en 40% la distancia entre Rotterdam y Yokohama en comparación con la tradicional ruta a través del Canal de Suez. Rusia, que controla gran parte de esta vía, promueve su uso y fortifica su presencia mediante una flota ártica de rompehielos nucleares. China, aunque no tiene territorio en el Ártico, autodenominándose como “estado cercano al Ártico”, ha invertido en el desarrollo de infraestructuras y en la llamada Ruta de la Seda Polar, buscando posiciones estratégicas en la región.

Desafíos medioambientales y tecnológicos

La explotación del Ártico enfrenta grandes retos de carácter ambiental. Los ecosistemas árticos son frágiles y cualquier accidente, como derrames petroleros, tendría consecuencias devastadoras. La presencia de comunidades indígenas, como los inuits y los sámi, agrega otra capa de complejidad, ya que sus formas de vida dependen del equilibrio ecológico de la zona.

En el sector tecnológico, trabajar en entornos extremos requiere una logística compleja y fuertes inversiones. Rusia y Noruega han progresado notablemente en las tecnologías de extracción en climas helados, mientras que Estados Unidos y Canadá se centran en innovaciones para la supervisión y control ambiental.

Independencia y protección: despliegue militar discreto

El deshielo polar ha reavivado disputas territoriales latentes y ha motivado el fortalecimiento militar en la región. Rusia ha construido bases militares y reactualizado infraestructuras soviéticas para proteger sus intereses. En 2021, desplegó unidades militares y sistemas de defensa aérea, realizando ejercicios navales en aguas árticas.

Estados Unidos ha incrementado patrullajes desde Alaska y fomenta alianzas militares, como el Consejo Ártico y la OTAN, que ahora consideran el Ártico en sus agendas. Canadá refuerza su soberanía sobre el Paso del Noroeste, mientras que Noruega y Dinamarca (a través de Groenlandia) buscan consolidar su posición con mecanismos legales ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de Naciones Unidas.

La llegada de fuerzas externas a la región, como China, genera preocupación respecto a un posible inicio de una disputa militar indirecta por el dominio y acceso a pasajes estratégicos.

Colaboración global: entre la diplomacia y la rivalidad

El Consejo Ártico, compuesto por países como Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y Estados Unidos, fue creado para fomentar el diálogo y la cooperación pacífica. No obstante, la presión por recursos y rutas comerciales ha tensado la diplomacia, especialmente tras el conflicto en Ucrania, que provocó el aislamiento de Rusia y la suspensión de proyectos conjuntos.

A nivel multilateral, emergen acuerdos sobre protección medioambiental y código de conducta marítimo, pero predomina la lógica de competencia y la carrera tecnológica, marcando un delicado equilibrio entre cooperación y confrontación.

¿Qué depara el futuro geoestratégico del Ártico?

El Ártico se ha transformado en un escenario fundamental donde convergen los intereses de potencias tradicionales y emergentes, impulsadas por la necesidad de recursos, la ambición de rutas comerciales y la exigencia de asegurar soberanías. Lo que sucede en esta región afecta la estabilidad global, la sostenibilidad ambiental y la seguridad internacional. Las decisiones que se tomen hoy definirán el futuro del Ártico y su papel en la dinámica geopolítica del siglo XXI.

Por Otilia Adame Luevano