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El lenguaje del amor: historia de los códigos no verbales en el cortejo

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El idioma del amor ha pasado por cambios importantes a lo largo del tiempo, ajustándose a las situaciones culturales y sociales de cada era. Desde las intrincadas representaciones de cortejo del siglo XVI hasta los actuales métodos de atracción en las aplicaciones de citas, los gestos y símbolos de atracción han tenido un rol crucial en la búsqueda del amor. A través de los años, las señales no verbales, que en su momento eran sutiles y codificadas, han progresado hacia formas contemporáneas de comunicación visual, pero el componente emocional permanece igual.

Un ejemplo destacado de cómo el cortejo y el amor fueron representados visualmente en la historia es el retrato de Ana de Cléveris, realizado por Hans Holbein el Joven en 1539. Este retrato de la futura esposa de Enrique VIII fue tan impactante que provocó una reacción inmediata en el rey, quien decidió comprometerse con ella. Sin embargo, a pesar de la belleza y el detalle del retrato, el encuentro en persona entre Ana y Enrique fue incómodo, y el matrimonio no fue consumado. A través de esta historia, se puede observar cómo el arte y las representaciones visuales del amor han influido en las decisiones románticas a lo largo de la historia, aunque no siempre de manera predecible.

La seducción en la Regencia y la utilización de emblemas

Durante el periodo de la Regencia británica, desde finales del siglo XVIII hasta inicios del XIX, el arte del cortejo se refinó notablemente. En las obras de Jane Austen, por ejemplo, los protagonistas no solo buscaban casarse por motivos financieros, sino que el amor se transformó en un ideal exitosamente valorado. Las dinámicas del cortejo frecuentemente se sustentaban en gestos discretos y la transmisión de mensajes mediante objetos, como los abanicos, que se utilizaban para comunicar en secreto.

Las mujeres empleaban el «lenguaje de los abanicos» como un método para expresar su interés sin hablar, valiéndose de posiciones particulares del abanico para transmitir sus deseos y sentimientos. Este sistema, más juguetón que formal, ofrecía una manera sutil de flirtear en eventos sociales, donde el silencio tenía tanto valor como el lenguaje verbal. En este entorno, el cortejo no se limitaba solo a interacciones físicas o verbales, sino que era un juego simbólico que representaba las normas y expectativas sociales del momento.

Fragancias, obsequios y notas de amor

Además de los abanicos, durante la época de la Regencia, las demostraciones de atracción también consideraban el uso de fragancias y obsequios. Los perfumes en forma líquida se usaban tanto en misivas amorosas como en el cuerpo para intensificar los sentimientos de amor y anhelo. Frecuentemente, los caballeros regalaban flores, retratos diminutos y libros con anotaciones como una manera de manifestar su cariño y dedicación hacia una posible pareja. Estos presentes no solo simbolizaban el sentimiento amoroso, sino también la disposición para establecer una relación duradera.

Las mujeres, por su parte, respondían con regalos hechos a mano, como chalecos bordados o flores prensadas, que simbolizaban su amor fiel y su habilidad doméstica. El intercambio de regalos como anillos o mechones de cabello también tenía un profundo significado, simbolizando la permanencia y la conexión emocional entre los pretendientes. Estos rituales, aunque alejados de las formas modernas de cortejo, revelan la importancia de los símbolos y las señales en la construcción de una relación romántica.

La fotografía como el principal medio de citas contemporáneas

A medida que la fotografía se hizo accesible a finales del siglo XIX, las tarjetas de visita fotográficas se convirtieron en una forma común de intercambio entre enamorados. Estas pequeñas imágenes, que en su mayoría representaban retratos formales, permitían a las personas enviar una representación visual de sí mismas a futuros pretendientes. Al igual que las imágenes en las aplicaciones de citas actuales, estas tarjetas ofrecían una primera impresión crucial y ayudaban a establecer una conexión visual en un medio donde la interacción directa era limitada.

La fotografía de aquel entonces operaba de forma comparable a cómo los perfiles en las plataformas sociales funcionan hoy. La foto elegida mostraba una versión idealizada del individuo, evidenciando su posición social, carácter y metas. La intención de causar una buena impresión, observable en los perfiles de citas modernos, continúa siendo un elemento constante en las relaciones románticas, sin importar el canal elegido.

El cambio en el cortejo y la llegada de la vida nocturna

Durante el siglo XX, el arte del cortejo siguió transformándose con la llegada de nuevas maneras de socializar. Las discotecas y clubes nocturnos, particularmente en ciudades como Berlín en los años 1920, se volvieron lugares esenciales para conocer y flirtear. Los mensajes y obsequios comenzaron a enviarse por medios novedosos, como los tubos neumáticos en clubes berlinéses, donde los asistentes tenían la posibilidad de enviarse mensajes discretamente. Estos lugares de interacción social flexibilizaron las normas del cortejo tradicional, facilitando a las personas conocerse de una forma más abierta y directa.

El avance del galanteo: plataformas sociales y gestos encubiertos

Hoy en día, el arte del cortejo continúa presente, aunque ahora se realiza mediante plataformas digitales, como las aplicaciones de citas. Si bien el escenario y los medios han evolucionado, el deseo de establecer conexiones persiste igual. Los deslizados, emojis y mensajes directos han tomado el lugar de los abanicos y las cartas, sin embargo, los fundamentos básicos de la atracción permanecen comparables.

Además, en el contexto de las comunidades LGBTQ+, los códigos no verbales continúan jugando un papel fundamental. En el pasado, las señales secretas, como el clavel verde, permitían a las personas de la comunidad LGBTQ+ establecer contacto sin ser descubiertas. Hoy en día, los símbolos en las redes sociales y los emojis continúan sirviendo como medios de comunicación discreta para expresar el interés romántico.

La constante transformación de los gestos, símbolos y señales en las relaciones románticas

A lo largo de los siglos, el lenguaje del amor y los códigos no verbales de cortejo han demostrado ser herramientas poderosas en la búsqueda de pareja. Desde los retratos de la corte hasta los «swipes» en aplicaciones de citas, los gestos y símbolos de atracción han permanecido como una constante en la construcción de relaciones románticas. Si bien las formas de comunicación han cambiado, el deseo humano de conectar emocionalmente con otra persona sigue siendo la fuerza subyacente que impulsa el cortejo, demostrando que, a pesar del tiempo y la tecnología, el amor sigue siendo un juego lleno de señales y símbolos.

Por Otilia Adame Luevano